Antes de las 9 de la mañana ya intuyo quién lleva un cuento escrito, inventado, para leer a sus compañeros; lo lleva en las manos como un tesoro sabiendo que le escucharán atentamente mientras 30 pares de ojos le seguirán cuando muestre las ilustraciones que lo acompañan. No puedo asegurar que en estas fotos estén todos, ya que forman parte de la biblioteca del aula y pasan por las manos de los niños con rapidez.
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