Esta semana hicimos una experiencia en el laboratorio: llevé un pollo entero -sin vísceras- a la clase y hablamos sobre qué tendría debajo de la piel; fueron expresando sus ideas previas también sobre qué pasaría si no tuviesen huesos, "carne", piel... Finalmente, abrimos el pollo para ir descubriendo músculos, huesos, tendones, articulaciones, alguna vena, etc. Quitamos los huesos y comprobamos cómo el esqueleto da forma al cuerpo y lo sostiene; descubrimos que las costillas tienen un hueco donde se protegen órganos vitales, tocamos la dureza del cráneo...
Algunos niños se sorprendían de lo que estaban viendo -deberían entrar más en la cocina mientras se prepara la comida- incluso les molestaba el olor a pollo. Fueron conscientes de que el músculo es la carne que nos sirve de alimento y yo sé de alguien que agradeció esa noche no cenar pechuga de pollo.
Ahora, habrá que trasladar lo visto al cuerpo humano y aprender nuestro aparato locomotor.
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